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Día 13: Mafía


La lluvia caía intensamente sobre el Santuario y Milo había decidido suspender el entrenamiento de Dafne al exterior por el mal clima, el odiaba los días así, la lluvia y el viento frio no eran de ninguna manera su clima favorito. Por lo que había decidido quedarse en la cama observando detenidamente a Dafne quien dormía tranquilamente mientras acariciaba lenta y suavemente su mejilla, pues era en esos momentos cuando más le recordaba a Camus.


-Buenos días Bichito- murmuro Dafne aun adormilada mientras acomodaba su cabeza sobre el pecho de Milo.


-¿Te desperté?- pregunto Milo abrazando a Dafne


-No, me desperté porque me dio frio- Dafne se apretó más contra el cuerpo de Milo, sintiendo como el frio iba siendo desplazado por el calor del cuerpo de Milo y lentamente Dafne se quedó dormida de nuevo.


Milo por el contrario no podía dormir, se sentía mal por lo que le había hecho a Mu, suponía que el guardián de la primera casa se había ido a Jamir pues su cosmos se sentía lejano e inestable, mientras que el de su aprendiz apenas y era perceptible. Acomodo el alborotado cabello de Dafne de la forma en la que Camus lo usaba y encendió la Tele sin subir mucho el volumen pues no quería despertar a Dafne. Solo quería algo que lo distrajera pero le permitiera seguir pensando que quien se aferraba a su cuerpo y descansaba en su pecho era Camus y no Dafne.


Entonces después de pasar por muchos canales se detuvo en uno donde estaban pasando la película de "El Padrino". Tenía vagos recuerdos de esa película, sabía que se trataba de asuntos de la Mafia y que Camus siempre le había insistido en verla, pero aunque intentaron verla varias veces, jamás había logrado verla hasta el final.


En la mansión Kido.


Saori no podía dejar de pensar en Saga y en sus últimas palabras, su mirada, aquel momento en que cayó en sus brazos. Se abrazó a sí misma y se dio cuenta que como Atena podía devolverle la vida a Saga. No sería algo fácil pero podría lograrlo, aunque, no sería justo solo revivir a Saga, debía devolverles la vida a todos los caballeros caídos en aquella batalla. Pero para hacerlo necesitaría ayuda, entonces mientras pensaba en todo esto, Hades se comunicó directamente a la mente de Atena.


-Atena, conozco tus deseos y quiero ayudarte, la verdad es que me he dado cuenta que si tú quieres proteger a la humanidad, está bien no me interpondré más, después de todo al final cada vida humana terminara y llegaran aquí al inframundo, ya no quiero que mis espectros peleen y sean derrotados por tus caballeros, aprendí que la paciencia es la respuesta, ya que la humanidad terminara por exterminarse sola sin que yo tenga que intervenir. Así que como ofrenda de paz te propongo ayudarte a cumplir tu deseo de revivir a tus caballeros caídos-


-Hades, esto es algo bastante inesperado para mí-


-Querida hermana porque te extraña tanto que te ofrezca mi ayuda, después de todo solo quiero hacerte una ofrenda de paz-


Atena dudo de las intenciones de Hades, pero el deseo de tener a Saga de vuelta era mayor, por lo que a pesar de la desconfianza que le tenía y de que su razón le dijera a gritos que no era buena idea. Termino por aceptar la ayuda de Hades, después de todo tal vez decía la verdad, ya que para que iba a ayudarla a fortalecer el santuario reviviendo a los caballeros caídos, cuando ahora mismo podría atacarlos y aprovechar su ventaja numérica.


-Ahora que he aceptado el trato que debemos hacer para revivirlos- Pregunto intentando ocultar su emoción y ansias por tener a Saga de regreso.


-Todo el trabajo lo debo hacer yo, tú solo debes dejar caer algunas de tus lágrimas sobre las tumbas y después deja a algunos de tus guerreros vigilando las tumbas día y noche, porque cuando vuelvan a la vida estarán débiles y no lograran salir solos de sus tumbas.


-Está bien, ¿pero cuánto tiempo tardaran en salir?-


-No lo sé, depende de que tan muertos estén, pero no te preocupes te darás cuenta cuando regresen a la vida, por ahora duerme y descansa querida hermanita-


Atena que se encontraba en su recamara se dejó caer sobre su suave cama con los brazos extendidos, y mientras miraba el blanco del techo una sonrisa se dibujó en sus labios al saber que pronto Saga estaría con ella.

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