Día 20: Alfa
- Diamond Star
- 8 sept 2020
- 6 Min. de lectura

Camus ya tenía listas sus maletas y se disponía a irse. Estaba cansado de escuchar las suplicas de Milo, así que apenas amaneció inicio su largo descenso para poder reunirse con Surt.
La mañana estaba hermosa, ideal para ir a dar un paseo por Rodorio pero Milo solo observaba desde la obscuridad de su casa como Camus se alejaba de el una vez más. Se sintió mareado y se vio obligado a recargarse en uno de los pilares, sentía como si con cada escalón que Camus descendía una parte de su alma muriera. Quería correr tras el pero sus piernas ya no respondían. Además la noche anterior incluso le había pedido de rodillas que no lo dejara pero nada funciono, porque simplemente Camus no sentía nada por él.
Milo se quedó paralizado recargado en el pilar, recordando el tiempo que paso con Camus, como pensó que el seria para siempre el Alfa y que Camus siempre estaría ahí a su lado sin importar nada más. Entonces se dio cuenta que Camus ya estaba fuera del alcance de su vista así que regreso a la habitación principal de su casa que hasta la noche anterior ocupara Camus.
Noto que la cama estaba completamente arreglada como si nadie hubiese dormido en ella, se arrojó a está esperando que las telas aun conservaran un poco del aroma de Camus pero no logro percibir nada, decepcionado se levantó de la cama y abrió bruscamente los cajones en busca de sus mejores ropas para ir a Rodorio.
-Como se me ocurrió, dar por terminado el entrenamiento de Dafne, seguramente ya se fue del santuario, tiene tiempo que no la veo- murmuro mientras volvía a abrir otro cajón de un tirón causando que este se saliera del mueble y callera bruscamente al piso.
Milo maldijo en voz baja, levanto el cajón y lo dejo sobre la cama, entonces vio algo que llamo su atención era una caja de regalo. El no recordaba haber recibido ningún regalo últimamente y menos haberlo guardado en aquel cajón. Por lo que enseguida rompió el papel a tirones y se encontró con un pequeño mameluco de color amarillo con un escorpión en modo tierno bordado al frente.
-Pero qué demonios-dijo mientras buscaba entre la envoltura algo que le diera sentido a lo que acababa de ver, entonces entre la maltratada envoltura encontró una nota, la desdoblo sin cuidado y entonces todo tuvo sentido.
-Voy a ser Papá- dijo para sí mismo, pero aquellas palabras cambiaron por completo la actitud de Milo.
En los aposentos de Atena…
Saori estaba acostada en su cama, con la mirada perdida se sentía triste, pero a la vez estaba enojada y lo peor de todo era el vacío que sentía producto de la desilusión que sentía pues Saga no correspondía sus sentimientos.
-¿Porque tan triste Atena?, pensé que el devolverle la vida a tus caballeros te pondría feliz- dijo Hades hablado directamente a la mente de Saori.
-Sabias lo que iba a pasar, por eso les devolviste la vida- reclamo Saori.
-Por supuesto que no, entre mis poderes no está el de ver el futuro, yo solo quería hacer las paces contigo, ya no quiero pelear más, después de todo la tierra está sobrevalorada si lo piensas al final todo lo que habita sobre la tierra va a llegar al inframundo.- respondió Hades.
-Entonces, ¿ya no te interesa la tierra?- Pregunto Saori.
-Para nada, solo quiero verte feliz, al menos mereces que una de tus reencarnaciones viva feliz en la tierra, por eso deberías quitar de tu camino cualquier obstáculo que te lo impida, después de todo has salvado a la tierra de tanto que al menos mereces disfrutar de esta vida- dijo finalmente Hades.
Saori se quedó en silencio por mucho tiempo pensando en las palabras de Hades. Primero recordó sus deberes como Atena, pero estos pasaron a segundo plano pues a pesar de ser la reencarnación de una diosa la parte humana había ganado esta vez y Saori sabía bien lo que quería y estaba dispuesta a hacer lo necesario para obtenerlo.
En Géminis.
Dafne aprovechaba la soledad del templo para salir de su habitación pues no quería que nadie la viera en tan mal estado, pero tampoco tenía la intención de cambiar.
-Saga puedo pasar- pregunto Camus.
-Saga no está pero supongo que puedes pasar- respondió Dafne ocultándose en uno de los pilares.
-¿Dafne?- Camus busco con la mirada a la Santia.
-Si soy yo, pero no me encuentro bien, así que solo pasa, no quiero que nadie me vea en este estado- respondió Dafne intentando ocultarse lo mejor posible detrás del pilar pero Camus no tardo en encontrarla.
-Sacrebleu, Dafne no pensé que estuvieras tan mal, ¿Qué te paso?- Camus se había quedado impactado al ver a Dafne, pues lo que estaba viendo no era ni la sombra de la santia alegre y amistosa que incluso llegaba a fastidiarlo con sus risas y bromas.
Dafne se quedó en silencio observando a Camus y después de unos instantes logro responderle un sencillo –No te preocupes voy a estar bien-
Camus no quedo muy convencido con la respuesta pero tampoco se sentía capaz de animar a Dafne por lo que solo asintió con la cabeza y continuo su camino.
Dafne regreso a su habitación y volvió a dormir hasta que sintió el roce de una mano en su frente acomodándole el cabello.
-Kattia déjame dormir- murmuro con los ojos cerrados removiéndose en la cama.
-No soy Kattya- respondió Milo sentándose en el espacio vacío de la cama.
-¡Milo!- Dafne se sentó de golpe en la cama.
-Tranquila, solo vine a preguntarte por un regalo que encontré en uno de mis cajones- dijo Milo mostrándole el pequeño mameluco.
-Milo… yo… no sé qué decirte...- respondió Dafne
-No tienes que decirme nada, voy a ser el mejor papá de todo el Santuario, si Mu pudo cuidar de Kiki desde pequeño, yo también puedo, además mi hijo va a ser mucho mejor que Kiki, porque yo lo voy a entrenar y será el mejor. Ya quiero ver la cara de Mu cuando mi hijo le rompa la cara a Kiki- dijo Milo entusiasmado mientras acariciaba el abdomen de Dafne. –Estas muy delgada, supongo es por los ascos y los mareos del embarazo, pero no te preocupes te voy a llevar en brazos de regreso a escorpio para poder cuidarte mejor- Milo abrazo a Dafne y ella disfruto cada instante entre los brazos de su amado pues no sabía que reacción tendría cuando le dijera lo que había pasado.
-Milo, yo… perdí al bebe…- dijo Dafne y al instante sintió como Milo se apartaba de ella, así que cerró los ojos, no quería ver a Milo enojado con ella. Sintió como Milo se levantaba de la cama en silencio y escucho sus pasos alejándose.
-¡Milo, no me dejes!- grito desesperada provocando que el Santo de escorpio se detuviera y volteara a verla.
-Camie…- susurro Milo para sí mismo, pues en ese momento para él no se trataba de Dafne quien le pedía que regresara sino Camus.
Milo camino de regreso a la cama y no dudo en subirse quedando a horcajadas sobre Dafne a quien inmediatamente comenzó a besar entre susurros– Camie, yo sabía que te hacía falta, dime que soy tu alfa, que me amas y que nunca más me vas a dejar- Milo ya se había quitado la camiseta y sus manos ya recorrían el cuerpo de Dafne por debajo de su pijama, noto que estaba más delgada y cuando le quito la pijama se dio cuenta que no estaba equivocado, sus clavículas se notaban bastante, tanto que pensó que se podría beber una copa de vino en el hueco que tenían, mientras que sus costillas se marcaban claramente en su piel. Milo detuvo sus besos y se separó un momento de Dafne.
-¿Ya no te gusto?- pregunto Dafne con ojos llorosos.
-Camie, como dices eso, yo te amo, pero no había notado lo delgado que estas- respondió Milo mientras besaba el cuello de Dafne dejándole una que otra marca.
Dafne seguía llorando, le dolía en el alma escuchar a Milo decir que amaba a Camus, pero era más doloroso estar sin él.
-Camie no llores, yo te amo- dijo mientras acomodaba las delgadas piernas de Dafne a los lados de su cuerpo.
Dafne solo se dejó hacer pues no tenía mucha fuerza y el escuchar que era el nombre de Camus el que salía de los labios de Milo cuando estaba por llegar al clímax no ayudo mucho.
En Jamir.
Shaka había ido a supervisar la reparación de las armaduras doradas.
-Mu, me puedes explicar ¿por qué no está terminada ninguna armadura?- pregunto molesto Shaka
-Porque son muchas y tengo que entrenar a Kiki y enseñarle a repararlas- respondió con desgano Mu
-Pero nunca te habías retrasado tanto con tu trabajo- replico Shaka
-Claro solo eso les interesa de mí, que repare sus armaduras como si solo eso pudiera hacer, ya estoy cansado, soy el único que ha tenido que hacerse cargo de un aprendiz mientras que los demás disfrutan de su vida- dijo molesto Mu y en ese instante se teletransporto.
-Mu, Mu de Aries no me dejes hablando solo, te recuerdo que ahora soy el patriarca- protesto Shaka, pero Mu ya se había ido.
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