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Día 18: Prístino


Dafne bajaba lentamente los escalones escuchando el ruido que hacían las maletas al caer de escalón en escalón, era un ruido seco, molesto, e inevitable. Más aún porque con cada golpe de las ruedas de sus maletas sentía como su corazón se rompía un poco más.

-Santia Dafne, ¿se encuentra bien?- preguntó Olivia al ver como la encapuchada figura se encogía al escuchar cómo iban bajando las maletas la larga escalera.

--Si estoy bien- respondió la Santia mirando a la doncella mientras hacía su mejor esfuerzo por sonreír. Pero esto causó que al bajar el siguiente escalón perdiera el equilibrio y cayera rodando varios escalones.

-¡Santia Dafne!- gritaron las doncellas al unísono.

-Estoy bien no me he hecho daño- dijo mientras se levantaba rápidamente para no preocupar a nadie.

Así el descenso continuó, atravesaron las casas de Libra, Virgo, Leo y Cáncer sin problema alguno, pues estaban vacías, solo Marín en Leo sintió algo de pena por la Santia, aunque no se atrevió a decirle nada.

Al llegar a Géminis, Katya salió a su encuentro.

-Dafne, ¿qué haces a estas horas?- pregunto Katya saliendo de las sombras de un pilar.

-¡Kat!, Es... que... Milo... me... echo... de... su... templo-respondió con esfuerzos Dafne mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Katya abrazó a Dafne que ahora no paraba de llorar y ya no podía pronunciar ni una sola palabra completa a causa de su llanto.

-Dejen las maletas en la habitación del fondo y retírense- ordenó Katya a las doncellas que rápidamente cumplieron la orden y salieron del templo.

-Gra... ci... as... O... li... via...- alcanzó a decir Dafne entre sollozos, antes de que la doncella s.

Katya espero a que Dafne se tranquilizara y le contara lo sucedido.

-Es un maldito- dijo Katya mientras prístinos cristales de hielo crecían a su alrededor.

-¿Me podría quedar aquí algunos días?- pregunto Dafne un poco más tranquila.

-No tienes ni que preguntarlo amiga, tú te vas a quedar aquí todo el tiempo que necesites- respondió Katya abrazando a Dafne y llevándola hasta la que sería su habitación.

Katya dejó a Dafne para que descansara, pero a pesar de lo cansada que estaba no podía dormir, se sentía mareada y le dolía mucho el vientre, a momentos sentía agudas punzadas de dolor, hasta que de momento un dolor mucho más fuerte la hizo encogerse y enseguida se levantó rápidamente, corrió hacia el baño, donde comprobó que estaba sangrado bastante, una punzada seguida de un coágulo de sangre de considerable tamaño le hizo saber que había perdido lo que en varios meses más seria un bebé.

-Esto es lo mejor, tu papi no te iba a querer y yo sola no podría cuidarte, además no llegaste ni a los 2 meses- dijo en un susurro. Mientras sentía como la sangre seguía saliendo de su cuerpo por algunas horas más, no quería que nadie supiera lo que le había pasado, por lo que ella misma limpio todo lo que había manchado, que por suerte solo hubiera sido la ropa que llevaba puesta. Ya sin manchas de sangre podía dárselas a lavar a las doncellas y si le preguntaban por la humedad de las prendas diría que se cayeron a la tina accidentalmente.

Poco a poco el susto del sangrado fue remplazado por la tristeza que le hizo pasar a Dafne varios días en cama, prácticamente sin comer, le dolía el cuerpo, se sentía débil, pero aun así no tenía apetito, por lo que apenas y tomaba agua.

Katya estaba muy preocupada por Dafne, aunque desconocía por completo lo que le había pasado en el baño aquella noche, si notaba que la Santia estaba pálida y débil, casi no hablaba y solo se limitaba a negar y asentir con leves movimientos de su cabeza.

Una tarde, cuando Dafne regresaba de la cocina con un vaso de agua, vio como Katya entraba corriendo al templo de forma tan alegre y feliz que desconcertó a Dafne por completo.

-¡Dafne puedes creerlo! ¡Saga revivió!- Por primera vez Dafne veía a Katya realmente emocionada, algo que era bastante raro, pues a pesar de todo el tiempo que llevaban de ser amigas Katya siempre había sido muy inexpresiva.

-Me alegro por ti, siempre fuiste importante para el- respondió Dafne haciendo un esfuerzo por hablar. Le gustaba ver a su amiga así de feliz pero a ella la tristeza la estaba consumiendo día con día.

Katya salió corriendo de Géminis y fue lo más rápido que pudo a los aposentos de Atena, donde Saga estaba aún recuperándose, alcanzó a verlo desde el pasillo que conducía a la entrada de su habitación, no claramente pero podía notar su acompasada respiración por el leve movimiento de las sábanas.

Saori estaba en la entrada de la habitación y al ver a Katya sintió que la invadía por completo la ira pero aun así puso su mejor cara y recibió amablemente a la Santia.

- Katya que bueno que viniste, Saga te llama cada que despierta- dijo con tranquilidad.

Katya se acercó lentamente hacia él y al llegar a su lado tomó su mano entre las suyas, entonces Saga despertó.

- Katya - murmuró Saga abriendo lentamente sus ojos. De nuevo tenía aquella prístina mirada que había perdido ya hace tanto tiempo.

-No te esfuerces tanto, aquí estoy- respondió Katya sentándose en la silla que estaba al lado de la cama y acariciando ligeramente la frente del Santo de Géminis.

Saori por su parte observaba discretamente desde la entrada de la habitación como Saga se esforzaba por estar despierto a pesar de su debilidad, todo por estar más tiempo con Katya. Se cubrió con una mano la boca intentando ahogar su llanto pero sus ojos la traicionaron, por más esfuerzos que hacía sentía ya como las prístinas lágrimas se le acumulaban y estaban a punto de correr libremente. Entonces alcanzó a ver cómo Katya y Saga se besaban. Lentamente Saori se fue dejando caer recargada en la pared, lloraba en silencio pues jamás pensó que Saga podría estar enamorado de alguien más.

Sabia en su interior que Saga estaría dispuesto a morir protegiéndola y que le tenía el amor que los mortales les pueden brindar a sus dioses, pero no la amaba de la forma que ella quería, pues ese amor le pertenecía a Katya.

Mientras tanto en Escorpio.

Milo había arreglado todo su templo para darle la bienvenida a Camus, tanto así que las doncellas habían trabajado más tiempo del habitual para dejar todo listo. Las baldosas del piso estaban recién pulidas a grado tal que parecían espejos, la tapicería de los muebles había sido lavada a profundidad y perfumada, la habitación de Milo fue donde más tiempo se llevaron, pues todo tenía que quedar como si fuera nuevo.

Al momento en que Olivia le informo que las doncellas habían terminado Milo recorrió su templo y quedo satisfecho con el trabajo de las doncellas, todo estaba como a Camus le gustaba incluso había un sutil aroma a vainilla en el aire, el favorito de Camus.

Así Milo abandono su templo y fue por Camus quien ya se encontraba en franca recuperación, razón por la cual le habían permitido a Milo llevarlo a su templo con la condición de que él iba a cuidar de Camus, ver que tomara sus medicinas a tiempo y que no hiciera grandes esfuerzos hasta que su recuperación terminara.

Milo llevo a Camus en brazos desde Tauro hasta Escorpio a pesar de que Camus insistía en que podía caminar.

-Recuerda que no debes esforzarte- le respondió Milo dándole un fugas beso en los labios.

Al llegar a Escorpio Milo esperaba que Camus se sorprendiera del cambio que había sufrido su templo, y que le hiciera algún cumplido por lo bien que había quedado, pero no fue así, lo dejo pasar convenciéndose que la debilidad de Camus hacia que no se diera cuenta de muchas cosas, así que no estaba de más que él se las hiciera ver.

-Camie, ¿notas algo diferente en el templo?- dijo Milo girando con Camus en brazos en medio del templo.

-¿Que por fin te quitaron las telarañas en el techo?- respondió Camus

-No solo eso amor, mira a tu alrededor, ¿Te gusta el cambio?-

-Me da igual no es mi templo-

-Camie...- dijo en un susurro Milo que se había sentido herido por la respuesta

-Es verdad no es mi templo y apenas me recupere me iré de aquí-

-Pero Camie…-

-Milo, ¿Cuándo te cansaras de rogarme?-

-Al menos quédate hasta que te recuperes- pidió Milo desviando la mirada.

-Solo hasta que me recupere, y después me iré, por cierto ya puedes bajarme- dijo tajante Camus, pero Milo no le hizo caso y lo llevo en brazos a su habitación, lo deposito suavemente sobre la cama, se acomodó sobre él, atrapando el cuerpo de Camus entre sus piernas y brazos, con cuidado de no dejar caer su peso y comenzó a repartir suaves besos sobre el rostro de Camus.

-Milo déjame descansar, solo dame mis medicinas y déjame dormir- pidió Camus fastidiado por la insistencia de Milo.

-Pensé que te gustaría dormir conmigo, podría calentarte con mi cuerpo para que duermas mejor- dijo Milo llevándole a Camus un vaso de agua y una charolita con las diferentes pastillas que tenía que tomar.

-Milo eres patético, de qué manera tengo que decirte que me dejes en paz- dijo molesto Camus mientras tomaba la charola con las pastillas y el vaso de agua. –Bien ya me tome las medicinas ahora apaga la luz y déjame dormir- Camus le entrego el vaso y la charola a Milo, se cubrió con las mantas y se acomodó dándole la espalda a Milo.

-Buenas noches Camie- Dijo Milo acomodando las mantas para que le cubrieran bien la espalda y enseguida dejo un beso en la mejilla de Camus que refunfuño molesto ante el gesto.

-Vete y déjame descansar- exigió Camus.

Milo apago la luz y salió de la habitación cerrando la puerta, camino con desgano hacia la cocina dejando en la tarja la charola y el vaso de agua, se sentía inmensamente triste, nada había salido como él lo esperaba, y con el mismo desgano camino hacia la habitación que hace poco había dejado Dafne, no sin antes descorchar una botella de vino tinto que se encontró en la cocina.

Al llegar a la recamara se sentó en la cama y bebió largos tragos de vino hasta vaciar la botella, arrojo el envase vacío contra la pared, la botella de cristal se hizo mil pedazos, que cayeron al suelo reflejando la luz de las lámparas, dando prístinos destellos que Milo observo con atención, mientras recordaba el tiempo que paso con Shaina y Shoko, la había pasado bien, de eso no tenía dudas, incluso una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquellos momentos. Pero de pronto una corriente de aire entro a la habitación proveniente de una ventana que se había quedado abierta.

Enseguida Milo fue a cerrar la ventana, pero al regresar a la cama noto que un pequeño oso de peluche blanco con un corazón bordado al centro había caído de la repisa que estaba arriba de la cama.

-Estúpida Dafne no se llevó todas sus cosas- dijo tomando con brusquedad al oso y dejándolo de nuevo en su lugar en la repisa, pero al hacerlo noto que debajo del oso se encontraba una nota que decía:

Si algún día me extrañas, presiona su corazón.

Milo tomo de nueva cuenta al oso y presiono el corazón, entonces la voz de Dafne salió del pequeño oso, tan clara como si Dafne misma estuviera ahí diciéndole

“Te amo bichito”

Milo abrazo al pequeño oso sintiendo como un nudo se formaba en su garganta.

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