Día 14: Inhóspito
- Diamond Star
- 7 sept 2020
- 5 Min. de lectura

En Jamir.
Kiki estaba agotado, su cuerpo presentaba las señales del duro entrenamiento, raspaduras, moretones, cortadas. Por las noches cuando estaba bajo la regadera dándose un merecido y necesario baño notaba las costras y heridas aún abiertas que le causaban leves dolores al momento de pasar la esponja sobre ellas, quería volver al santuario, pasar tiempo con Dafne y Aldebaran. Pero parecía que su maestro no pensaba regresar en un buen tiempo al santuario. Tampoco tenía muchas esperanzas de que alguien los visitara ya que el inhóspito camino desanimaba a cualquiera. Así que esa mañana se decidió a pedirle a su maestro la tarde libre para poder ir a ver a Dafne.
-Maestro, ¿me daría la tarde libre?, necesito recuperarme-
-Kiki hoy te iba a enseñar cosas muy importantes sobre la reparación de armaduras, pero está bien, supongo que me he excedido un poco con tu entrenamiento- respondió Mu al ver el precario estado de su aprendiz.
La mañana pasó más lenta de lo habitual para el pequeño aprendiz que además del pesado entrenamiento debía soportar el inhóspito clima de Jamir, pero cuando por fin llego la tarde, no dudo ni un instante en ir a su habitación y hacer acopio de sus escasas fuerzas para tele transportarse al Santuario. Pero debido a su débil estado decidió primero visitar a Aldebaran, seguramente él se ofrecería a prepararle algo delicioso de comer.
-Aldebaran, ¡Puedo pasar!, soy Kiki- grito en la entrada del templo
-¿Kiki?, que no estabas con Mu en Jamir-
-Pues…-
-Viniste sin permiso, pequeño travieso, pero pasa- respondió Aldebaran.
Kiki entro al templo, pero antes de que él y Aldebaran pudieran hablar Saori llego al templo.
-Aldebaran- llamo desde la entrada pues a pesar de ser una diosa no le gustaba entrar sin avisar a las casas de sus caballeros.
-Escóndete Kiki- dijo en voz baja mientras el pequeño aprendiz se ocultaba dentro de uno de los muebles de la cocina.
-A sus órdenes- respondió Aldebaran saliendo de su casa y arrodillándose frente a Saori.
-Aldebaran, ponte de pie y entremos a tu templo pues necesito pedirte un favor, pero nadie más debe enterarse de esto, ya que más de uno estaría en desacuerdo con las decisiones que he tomado, así que estoy confiando en que no pongas en duda mis órdenes ni por un instante-
-Mi deber es obedecerla, no cuestionarla- respondió.
Saori le explico el trato que había echo con Hades y aunque el internamente no estaba de acuerdo, no se atrevió a decírselo, aunque no pudo ocultar su felicidad al enterarse que sus compañeros de armas volverían a la vida.
-Entonces, debo cuidar las tumbas, pero, ¿Cómo sabré que debo ayudarles a salir?, además, si salen al mismo tiempo no podre ayudarles a todos, me temo que las posibilidades de que falle en esta misión son muy altas, ¿Podría darme algo más de ayuda?
- expreso con preocupación Aldebaran.
-Esas son preguntas que no me había hecho, pero tienes razón le pediré a Marín, Shaina, Jabu y Hyoga que te ayuden- respondió Saori pensativa.
Enseguida Saori abandono la casa de Tauro para ir en persona a informar a los demás Caballeros y Amazonas que cuidarían el inhóspito cementerio. Había decidido dejar a Jabu al cuidado exclusivo de la tumba de Saga.
Mientras tanto Kiki solo tenía un pensamiento en su cabeza, el cual se hizo más real cuando escapo de sus labios –Camus va a revivir- dijo lentamente recordando todas aquellas veces que había visto a Milo besar apasionadamente a Camus y el largo tiempo que paso de rodillas sobre su tumba sin importarle el inhóspito clima de esos días. Pero lo que realmente preocupaba a Kiki era Dafne.
-Ya puedes salir Kiki- dijo Aldebaran abriendo las puertas del mueble y notando la cara de sorpresa del pequeño.
-Escuchaste todo verdad- dijo Aldebaran mirando fijamente a Kiki quien solo asintió con la cabeza y rápidamente cambio su expresión a una de fingida felicidad y respondió animadamente –Estoy feliz, no me malentiendas, es solo que no me esperaba tan buena noticia- dijo apresuradamente.
-Es verdad, pero no debes decírselo a nadie- señalo Aldebaran mientras ambos se sentaban a comer, al terminar Kiki no quiso quedarse por más tiempo y se despidió para enseguida dirigirse a Escorpio pues moría de ganas por ver a Dafne y más ahora que debía darle tan importante noticia.
Corrió lo más que pudo hasta llegar a la entrada del templo de Escorpio, no había dudas en él, le contaría a Dafne lo que acababa de escuchar, no importaba que fuera secreto, ella debía enterarse, Pero entonces cuando casi llegaba a su destino alcanzo a ver a Dafne sentada en las piernas de Milo, Kiki detuvo su ascenso y se llevó instintivamente la mano derecha a la garganta para comprobar que realmente nada le estaba sujetando, ya que nunca antes había sentido algo así, trago saliva y continuo su camino a paso lento ya que con cada escalón que subía podía distinguir mejor como Dafne besaba a Milo mientras el solo se dejaba hacer.
-Ya vino tu molesto amiguito- murmuro Milo al oído de Dafne que inmediatamente se levantó y fue hacia Kiki.
-Kiki tanto tiempo sin verte, fui a Aries pero no había nadie, te extrañe tanto, ¿Quieres helado?- dijo tomando de la mano al pequeño y llevándolo dentro del templo, donde saco todos los botes de helado que fue sirviendo en un enorme plato. Kiki y Dafne comieron rápidamente las primeras cucharadas sintiendo como se les congelaba el cerebro para después comer el resto del helado de manera más tranquila.
-Regreso en la noche y cuando llegue no quiero ver a ese molesto mocoso en el templo- grito desde la entrada Milo.
-Te vas sin darme un beso de despedida- respondió Dafne, por lo que Milo no tuvo más remedio que hacer lo que Dafne quería.
Kiki observo como Milo ponía cara de fastidio cuando Dafne lo abrazo y enseguida se paró de puntitas para darle un tierno beso en los labios. De nuevo aquel nudo en la garganta había regresado. Se quedó pensativo, no quería arruinar la felicidad de su amiga, además Hades no ayudaría de esa manera a Atena, eran enemigos, seguramente Hades terminaría por incumplir el trato, se repitió una y otra vez hasta que se auto convenció de que era mejor no mencionar nada.
-¿Te pasa algo?- pregunto Dafne mirando fijamente a Kiki.
-No, solo estoy cansado, el entrenamiento ha sido muy duro últimamente- dijo esquivando la mirada de Dafne.
-No sé porque a Mu le gusta tanto ir a ese desolado he inhóspito lugar pudiendo permanecer aquí en el santuario- dijo Dafne tomando otra cucharada de helado. Mientras Kiki comía mecánicamente pues en su mente los pensamientos llegaban repentinamente y lo atormentaban, imaginaba varios escenarios pero ninguno terminaba bien, la desesperación se estaba apoderando de él, no podía mas de pronto sintió que hiciera lo que hiciera Dafne seria la que saldría mas herida, pero entonces llego a su mente el pensamiento de que tal vez, solo tal vez Camus no reviviría.
Comments