Día 15: Tóxico
- Diamond Star
- 7 sept 2020
- 7 Min. de lectura

Cementerio del Santuario.
Era medio día y el sol caía a plomo sobre las lapidas, no había lugar donde Jabu pudiera resguardarse del intenso calor pues hacerlo implicaría dejar su puesto de guardia frente a la tumba de Saga. Llevaba semanas en ese lugar con un descanso mínimo, escasa comida y poca agua. Ya que para mantener en secreto la misión Saori no había autorizado que las doncellas del santuario les llevaran alimentos pues podrían poner en riesgo sus planes. Por lo que la única comida y agua con la que contaban era con lo que Aldebarán podía llevarles cada que tenía un descanso.
Jabu se dejó caer de rodillas sobre la tumba de Saga. La escasa sombra que esta proyectaba le había servido para mantener su botella de agua lo más fresca posible pero al abrirla se dio cuenta que apenas quedaba un poco en el fondo. Jabu bebió lo último y maldijo por lo bajo.
-Si Saga tarda más en revivir, tendrán que cavar mi tumba junto a la de el por qué ya no puedo seguir más tiempo así- dijo en voz baja mientras se limpiaba el sudor de la frente con el dorso de la mano.
-¿Te sientes bien?- pregunto Aldebarán al pasar al lado de Jabu, y juntos se sentaron a comer a un lado de la tumba aprovechando que el intenso sol había sido cubierto por una nube dándoles un pequeño descanso del intenso calor.
-¿Alguno ya revivió?- pregunto Jabu mientras abría apresuradamente la botella de agua que le había entregado Aldebarán
-No, ninguno- respondió Aldebarán
-Me parece que ya fue mucho tiempo, creo que Hades solo engaño a nuestra diosa, seguramente el maldito en estos mismos instantes debe estar riéndose de nosotros si es que ya se enteró de cómo estamos aquí cuidando las tumbas día y noche para nada- dijo molesto Jabu
-Yo espero que cumpla su palabra porque a nuestra Diosa le hace mucha ilusión que Saga regrese a su lado, pero estoy de acuerdo, ya fue mucho tiempo-
Ambos santos terminaron su comida y se quedaron disfrutando del suave viento que comenzaba a contrarrestar el calor del mediodía. Pero su descanso fue interrumpido cuando Marín llego corriendo a avisarles que Hyoga había abierto la tumba de Afrodita cuando vio que la tierra de encima se movía un poco. Aldebarán se despidió de Jabu e inmediatamente siguió a Marín hasta la tumba de Afrodita, donde Hyoga ya se encontraba ayudándolo a salir pues al parecer Afrodita no contaba con la fuerza suficiente para salir por si mismo.
Aldebarán llevo en brazos al desconcertado santo de piscis hasta el lugar que Atena había dispuesto para que se recuperaran. Mientras en el cementerio Marín y Shaina dejaban la tumba de Afrodita como si nada hubiera pasado.
-Bueno una tumba menos que vigilar- dijo Marín sacudiéndose la tierra que aún le quedaba en las manos.
-Es verdad, pero me hubiera gustado que fuera Camus quien reviviera primero, ya quiero ver cómo le congela el trasero a esa estúpida niña-
-Shaina ya te he dicho que dejes a esa niña en paz si es que quieres que tu armadura quede bien reparada, ya vez lo bien que se lleva con Kiki y Mu- respondió Marín tomando del brazo a su compañera
-Esas santias… estábamos mejor sin ellas- dijo pateando una piedra.
La tarde ya daba paso a la noche y Jabu sentía un momentáneo alivio del intenso sol de la mañana. Se acostó en el suelo al lado de la tumba y miro hacia el cielo preguntándose porque Afrodita y no Saga, pues si hubiese sido Saga el primero en revivir, su guardia habría terminado y por fin podría dormir bajo techo y no estar a la intemperie día y noche sufriendo los cambios climáticos.
-¿Qué haces aquí?- pregunto Milo mirando extrañado al cansado santo de unicornio.
-Este, yo, vera, Pues apreciando las estrellas- dijo atropelladamente para mantener en secreto la misión.
-Y para ver las estrellas tenías que acostarte junto a la tumba de Saga-
-Bueno no, pero yo, este, es que aquí se aprecian mejor- respondió
-Tengo la impresión de que me estas ocultando algo, no es la primera vez que te veo aquí junto a la tumba de Saga por las noches- volvió a cuestionar Milo.
-¿Y para quien son esas flores?- pregunto Jabu espontáneamente, al notar el ramo de tulipanes que llevaba en la mano.
-Hay Jabu, pues son para Dafne- respondió Hyoga quien se aproximó al notar que Jabu estaba siendo cuestionado.
-No, de hecho no son para Dafne- dijo Milo bajando la mirada.
Hyoga y Jabu se miraron sorprendidos por la respuesta.
-Son para mi Camus- dijo Milo alejándose de la tumba de Saga.
Hyoga siguió a Milo a cierta distancia, pero cuando Milo se arrodillo en la tumba de Camus y comenzó a colocar las flores noto como las lágrimas de Milo comenzaban a caer sobre la seca tierra de la tumba.
-¿Le gustaban los tulipanes?- pregunto Hyoga a cierta distancia.
-No lo sé, jamás me dijo cuales flores le gustaban, es solo que los tulipanes me recuerdan a el-
-Lo siento- murmuro Hyoga en respuesta
-¡No, no lo sientes!, ¡A ti no se te acabo el mundo cuando el murió!, ¡Vete y déjame en paz!-
Hyoga se alejó pensando en sí debería decirle algo, después de todo Saori no podría mantener por siempre el secreto de los caballeros que volvieron a la vida.
-Milo, ¿Qué haces aquí?, pensé que ya tenías a quien remplazara a Camus en tu cama-
-¡Déjame solo Shaina!-
-Está bien, pero ve pensando en cómo le explicaras a Camus lo de Dafne, aunque supongo que eso será lo de menos considerando lo toxica que era su relación y lo de su amiguito Surt, aunque bien podrían divertirse los 4, tal vez a Camus le agrade la idea de tener un remplazo para cuando él no tenga ganas-
-Shaina lo único Toxico aquí son tus palabras Camus y yo estábamos muy bien nuestra relación era perfecta, espera, ¿a qué te refieres con lo de “tener que explicarle lo de Dafne”-
-A eso que Camus va a revivir, no se cuánto tiempo se lleve pero sé que lo hará, porque la suya es una de las tumbas que Atena nos ordenó vigilar, y hoy precisamente Afrodita revivió, si no me crees velo con tus propios ojos, se está recuperando en la casa de Tauro. Pero no le digas a nadie lo que te acabo de decir, se supone que es un secreto, pero yo no soporto verte triste por eso te lo confesé- Respondió Shaina dándole la espalda a Milo y alejándose.
Milo se quedó inmóvil un momento procesando en su mente las palabras de Shaina. Preguntándose si eran vedad, pues el solo hecho de imaginar que Camus volvería a la vida lo hacía sentirse inmensamente feliz, tenía ganas de cavar con sus propias manos para que a Cam no le costara trabajo salir.
Pero como era eso posible, seguramente sería todo una broma de Shaina, aunque había manera de comprobarlo así que abandono la tumba de Camus y se dirigió lo más rápido posible a Tauro.
- Aldebarán, ¿puedo pasar?- Pregunto Milo sin obtener respuesta alguna, por lo que comenzó a caminar lentamente dentro del templo.
Apenas podía ver el camino debido a la obscuridad del lugar. De pronto Milo escuchó una voz llamarlo en la obscuridad.
-¿Afrodita?- preguntó Milo desconcertado mientras recorría el pasillo en busca de su compañero.
-Si soy yo, ven estoy en la última habitación- volvió a hablar el recién revivido.
Milo llegó a la puerta de la habitación y se sorprendió al ver a su compañero de nuevo con vida, estaba algo más pálido de lo que recordaba y su cabello un tanto opaco y desarreglado pero estaba ahí, frente a él, con vida y recuperándose.
Milo se acercó a la cama teniendo cuidado de no despertar a la doncella que “cuidaba” del caballero.
-Abrázame Milo, te extrañe tanto-
-Y yo a ti mi linda rosa- dijo Milo abrazando a su amigo por un largo rato.
-¡Milo qué haces aquí!- grito Aldebarán
-No lo regañes, yo lo llame, escuche su voz cuando cruzaba el templo y le pedí que viniera, además me sentía muy solo aquí- explicó Afrodita.
-Pero tú solo debes descansar y recuperarte- Respondió Aldebarán intentando disimular su preocupación al ver que a cada momento más personas conocían el secreto que Atena le había pedido guardar.
Milo pasó un tiempo más con Afrodita prometiendo ir a visitarlo al día siguiente, pero antes de que pudiera salir del templo Aldebarán lo interceptó para pedirle que no le contara a nadie que sus compañeros caídos estaban reviviendo.
-Está bien guardaré el secreto, pero quiero que me digas si mi Camus va a revivir-
-Sí, el sí fue elegido, no como él anterior patriarca Shion que se va a quedar en su tumba a pesar de lo injusto de su muerte- dijo con tristeza Aldebarán. Pero Milo no había escuchado todo, se había desconectado después de escuchar que Camus reviviría.
-Lo siento Aldebarán no me puedo quedar más tiempo contigo necesito ir a hacer algo a mi templo- respondió Milo dejando atrás el templo de Tauro.
Milo estaba eufórico, no cabía en sí de emoción, se imaginó como sería estar de nuevo junto al amor de su vida, tenerle de nuevo a su lado. Pero al llegar a su templo su alegría se transformó en culpa al ver a Dafne, se sintió aun peor cuando ella lo recibió con un cálido abrazo y un tierno beso en los labios.
-¿Te pasa algo?- pregunto Dafne preocupada
-No es nada linda- respondió Milo dejando a Dafne atrás.
-¿Quieres tomar un baño? Compre las sales que te gustan- Dafne siguió a Milo hasta su habitación – ¿Quieres cenar?, si no tienes ganas de cena tal vez quieras helado, ¿Te traigo vino o alguna otra bebida?- insistió Dafne
-No quiero nada, déjame en paz Dafne- respondió Milo visiblemente molesto.
-Está bien, ya no te molesto más, es solo que…- Dafne bajo la mirada.
-¿Qué quieres? Dímelo de una vez y déjame en paz- exigió Milo
-No es nada importante, te dejo descansar- respondió Dafne casi en un susurro
-A veces eres tan Toxica que ni yo te aguanto- dijo Milo cerrando la puerta de su habitación, dejando a Dafne afuera.
Dafne se había quedado inmóvil ante el gesto de Milo, pero cuando estaba por irse a la otra habitación Milo abrió la puerta sorpresivamente y abrazo a Dafne, ella estaba completamente desconcertada ante la acción pero no dudo en corresponderle.
-Te necesito Dafne- susurro Milo mientras mordisqueaba y besaba el cuello de la sorprendida chica.
Dafne se apartó un poco de Milo pero solo para dedicarle una mirada llena de amor y enseguida besarlo apasionadamente en los labios, Milo entonces acomodo las piernas de Dafne en su cadera y la llevo así hasta la cama de su habitación donde continuaron su noche de pasión, hasta que el cansancio venció a Milo quien dormía plácidamente mientras Dafne aun despierta solo descansaba sobre su pecho, le gustaba escuchar el palpitar tranquilo del corazón de Milo.
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