Día 16: Maldito
- Diamond Star
- 8 sept 2020
- 5 Min. de lectura

Milo se levantó temprano pues estaba impaciente por ir al cementerio a vigilar la tumba de Camus. Así que antes de que el sol saliera él ya estaba haciendo guardia en la tumba del caballero de acuario.
-Milo, ¿qué haces aquí?- pregunto Marín sorprendida al ver como Milo comenzaba a aflojar la tierra de la tumba.
-Solo le ayudo a Cam a salir, no quiero que se gaste sus pocas energías en intentar salir, Afrodita me conto lo difícil que le fue salir y no quiero que mi Cam pase por lo mismo-
-¿Cómo supiste de Afrodita?- pregunto Marín asombrada.
-Fácil ayer por la noche cuando regresaba a mi templo, al atravesar el de Tauro, la voz de Afrodita me llamo y Aldebarán tuvo que contármelo todo, así que he decidido que yo me voy a hacer cargo de la tumba de Camus, si lo piensas les estoy aligerando el trabajo, no se tienen que preocupar más por esta tumba, ya que desde hoy yo la vigilare día y noche hasta que Cam reviva- respondió Milo dedicando una mirada tierna a la tumba.
-¿y Dafne?, por lo que veo, supongo que vas a terminar con ella-
-Si, en el momento en que Cam abandone su tumba- respondió secamente Milo.
-¡Saga acaba de revivir!- grito Shaina, y Marín corrió hacia la tumba de Saga dejando a Milo solo.
Jabu y Hyoga ayudaron a Saga a salir de su tumba e inmediatamente lo llevaron al lugar que Saori había dispuesto para él.
Para la tarde ya se encontraban recuperándose en Tauro Mascara de la muerte y Shura. Por lo que Milo comenzaba a tener pensamientos pesimistas sobre Camus. La impaciencia lo llevo a descubrir por completo el ataúd de Camus, y en unas cuantas horas más, cedió a la tentación de abrirlo, retiro con cuidado la tapa de madera sintiendo aun la humedad de la tierra en esta, dejo la tapa aun lado y observo asombrado como al menos el rostro de Camus no presentaba ni la más mínima señal de corrupción. Recordó entonces que Afrodita aun presentaba las heridas de su última batalla. Por lo que lentamente y con mucho cuidado tomo a Camus en brazos, notando como la blanca túnica que cubría su cuerpo presentaba ya los estragos del tiempo y de estar bajo tierra. Se sentó a un lado de la tumba manteniendo a Camus en su regazo, acaricio su mejilla retirándole el cabello, lo abrazo con suavidad sintiendo el frio que emanaba el cuerpo de Camus, entonces comenzó a calentarlo con su como como hiciera Shun con Hyoga. Mientras tanto en Jamir… Mu jugaba con el guante de la armadura de picis, arrojándolo una y otra vez hacia el cielo y atrapándolo de vuelta, no entendía por que Shaka le había llevado hasta Jamir las cloths de sus compañeros caídos pidiéndole que las repara lo más pronto posible, seguramente algunos caballeros de plata subirían de rango aunque, tal vez Shyriu bien podría usar la armadura de Capricornio a pesar de ser de bronce. Pero la de Picis… ¿Quien podría soportar el veneno de las rosas? Afrodita no tenía aprendiz.
Mu dejo de lado el guante y saco de uno de sus bolsillos la foto que tenia de Dafne, y la miro con tristeza.
-Maldito Milo, el sabía que estoy enamorado de Dafne- apretó el puño que tenía libre hasta sentir como sus cortas uñas se clavaban en su piel. Guardo la foto y miro con desgano las cloths que le faltaban reparar, el trabajo se le había acumulado como nunca antes, se alejó de la mesa de trabajo arrastrando los pies, abrió una de las ventanas y miro el cielo nocturno, la luna llena iluminaba escasamente el árido paisaje que rodeaba la torre, no había plantas, mucho menos flores, era cierto lo que Dafne dijo “la torre de Jamir parecía salida de una película de terror”. Sin electricidad, ni comodidades modernas. Él nunca había puesto atención en esas cosas hasta que ella se las hizo ver. “¿No tienes tele?” fue lo primero que pregunto después de que le mostrara por completo la torre cuando fue asignada por Atena para ayudarlo con las armaduras de bronce. Recordó como Dafne se había expresado de la torre: “Esta horrible” he inmediatamente se llevó las manos a la boca en un vano intento por no haber expresado tan contundente opinión. Cerró la ventana y camino hacia su habitación a paso lento.
Entonces cayo en cuenta que todo en Jamir le recordaba a Dafne, a pensar de que ella no había estado ahí más que un par de meses para el parecía que había pasado toda una vida, recordaba sus risas por la mañana cuando Kiki y ella jugaban con el desayuno en lugar de comerlo, cuando por la noche asaban malvaviscos en las brasas que quedaban en su taller y el aroma lo hacía abandonar la armadura en la que estuviera trabajando solo para unirse a ellos. Una sonrisa se dibujó en su rostro por un instante al recordar todos aquellos momentos, pero inmediatamente fue borrada por las lágrimas que comenzaban a escapar de sus ojos a pesar de todos sus esfuerzos por contenerlas.
Llego a la puerta de la habitación donde se había quedado Dafne y esta vez no pudo pasarla de largo como había hecho tantas veces antes, maldijo en un susurro su debilidad por Dafne, porque eso debía ser “debilidad” se lo repitió una y otra vez que debía ser fuerte, pero al final su mano en automático abrió la puerta, casi sin que él se diera cuenta de la acción.
Camino como hipnotizado hacia el interior y se dio cuenta que no había ni la más mínima huella de que Dafne hubiese estado ahí, abrió los cajones de los muebles esperando encontrar alguna prenda que aun conservara su aroma, pero no había nada, estaba por salir de la habitación cuando noto que detrás de la puerta estaba tirada una bufanda. La levanto y sacudió el polvo con cuidado, enseguida comprobó que aquella prenda olvidada aun tenía el aroma del perfume de Dafne.
Respiro profundamente inhalando aquel aroma para enseguida cerrar de nueva cuenta la habitación.
“maldito Milo” fueron las palabras que escaparon de sus labios y el mismo se sorprendió al escucharlas, no debía pensar así, no de un compañero como Milo, pero no podía evitarlo, no era una estatua, era humano y tenía sentimientos que por más que quisiera no podía ignorar. ¿Pero?, ¿En realidad quería ignorarlos?…
Sin darse cuenta había llegado hasta su habitación con esos pensamientos atormentándolo.
Pero entonces decidió que ya no tenía caso seguir luchado en contra y así como tenia abrazada aquella bufanda decidió abrazar sus sentimientos, regresaría al Santuario y sin importar nada le diría lo que sentía a Dafne.
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