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Día 4 Fusta


Milo había abandonado su templo y había ido a ver a Shoko, en su mente los recuerdos de lo que acababa de hacer lo atormentaban. Como pudo confundir a Dafne con Camus, físicamente se parecían un poco pero no lo suficiente como para confundirlos.


-Camus no tiene comparación, el era todo para mi, y esa tonta niña no es ni su sombra- susurro para si mismo.


Al llegar a la habitación de Shoko no dudo ni un solo instante y la acorralo contra la pared, inmediatamente tomo las suaves piernas de la Santia y las llevo a su cadera, Shoko enseguida aprisiono el cuerpo de Milo con sus piernas y coloco sus brazos alrededor del cuello de Milo quien ya comenzaba a dejar las primeras marcas en el pecho de su compañera.


-Si que me extrañaste- dijo Shoko al sentir la pasión con la que Milo la besaba.


-No sabes cuanto- respondió en un susurro Milo cargando a Shoko y dejándola caer sobre la cama.


-Espera Milo- Dijo la Santia incorporándose – compre algunas cosas para que juguemos, saco de debajo de su cama una bolsa con diferentes juguetes sexuales desde unas esposas con peluche hasta una fusta. –Pero antes de que continuemos, Milo me gustaría saber ¿que somos?- pregunto la Santia.


-Ya sabía que esto era demasiado bueno para durar- dijo Milo en voz baja


-Milo es que a veces siento que solo me utilizas para quitarte las ganas, yo pensé que te gustaba enserio, que solo necesitabas tiempo para volverlo oficial, que despues de algunos meses te darías cuenta que no podemos seguir así, viéndonos en mi habitación a escondidas de todos-


-Shoko, me gustas, pero no quiero nada serio, pensé que lo entendías- dijo tomando la fusta entre sus manos y jugando con ella.


-Entonces Milo, creo que debes irte- respondió Shoko alejándose de el.


Milo abandono en silencio la habitación de Shoko, sabia que la extrañaría pero no sentía por ella nada mas que aprecio, ni siquiera podría decir que cariño. Regreso al santuario y se encamino a su templo, en los escalones se encontró aun con el cadáver de la mariposa que ahora estaba siendo devorada por una legión de hormigas. Entonces recordó el momento en que encontró el cuerpo de Camus congelado sobre el piso del templo de Acuario. Lo había tomado entre sus brazos e intentado reanimar pero no logro nada. Sintió de nuevo el vacio y la desesperación de ese instante en el que se dio cuenta que su amado había muerto.


Entro a su templo y se encamino a su habitación olvidando por completo el echo de que Dafne estaba ahí por lo que al entrar y verla dormida de espaldas su mente volvió a engañarle y una vez mas vio a su amado Camus dormido como lo había visto tantas veces. Decidió no cuestionar lo que sus ojos veían, estaba cansado y la posibilidad de dormir una vez más al lado de su amado era como un analgésico para su herido corazón. Por lo que lentamente ocupo su lugar en la cama y paso uno de sus brazos por la cintura de quien creía era Camus.


Dafne se despertó al sentir el peso del brazo en su cuerpo pero no se movió y simplemente dejo que Milo la atrajera hacia el y depositara algunos besos en su cuello creyéndola dormida, esperaba que su acelerado corazón no delatara que se había despertado.


Milo y Dafne no tardaron en quedarse dormidos y cuando los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana el Santo de Escorpio se despertó notando que había dormido abrazando el cuerpo de su alumna, por lo que inmediatamente se aparto de ella y se levanto de la cama. Dejando a Dafne dormir un poco más.


De nueva cuenta se reprocho el haberle permitido a su mente que lo engañara la noche anterior, de nuevo se convenció de que Dafne no se parecía a Camus. Tal vez en el cabello pero nada más.

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